En contraste con la Europa de museos emblemáticos, boulevards elegantes y un sinfín de lujos y fiestas, existe un lado más antiguo y natural del continente, caracterizado por largos senderos, valles pintorescos, densos bosques, majestuosas montañas y costas deslumbrantes. Este lado se revela a través del Camino de Santiago, una ruta de peregrinación que ofrece a los viajeros una inmersión profunda en la esencia más auténtica de Europa. Desde sus orígenes medievales hasta el presente, el Camino ha sido, y continúa siendo, la ruta más antigua, concurrida y celebrada del viejo continente, atrayendo a turistas de todo el mundo en busca de una experiencia que fusiona historia, naturaleza y espiritualidad.
La tradición del Camino se remonta al siglo IX, cuando descubrieron los restos de Santiago el Mayor, uno de los discípulos de Jesús, en la región de Galicia. La noticia de este hallazgo desató una ola de peregrinaciones católicas con el propósito de llegar a la Catedral de Santiago de Compostela en donde se ubica la cripta. A lo largo de los siglos, la peregrinación ha mantenido su relevancia y ha evolucionado, ofreciendo a los creyentes una manera de expresar su fe, cumplir promesas, buscar experiencias espirituales o simplemente reflexionar sobre sus vidas. En 1985, el Camino de Santiago fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Hoy en día, el Camino de Santiago también se ha convertido en una ruta turística que atrae a personas de todas las edades y creencias. Aunque sus raíces son religiosas, muchos recorren el camino no solo en busca de un propósito espiritual, sino también para meditar, emprender un viaje de autodescubrimiento, explorar la rica historia y cultura de las regiones que atraviesan, o simplemente como un reto deportivo. A pesar de las diferentes motivaciones, todos coinciden en que el Camino ofrece enseñanzas profundas y una experiencia única, que lo convierte en un viaje especial y espiritual.
Para recorrerlo, el Camino está compuesto por una red de distintas rutas que finalizan en la Catedral de Santiago de Compostela. Los kilómetros recorridos varían mucho dependiendo de dónde se inicie, pero la ruta más extensa es la que inicia en la Vía de la Plata, en Sevilla, que recorre aproximadamente 963 kilómetros. Otras de las rutas más conocidas se encuentra el Camino Francés, el más transitado, que atraviesa Francia y España; el Camino Portugués, que cruza una parte de Portugal y se divide en dos variantes, la costera y la interior; y el Camino del Norte, que sigue la costa cantábrica de España. También está el Camino Primitivo, que es el más antiguo, sigue la ruta original que hizo Alfonso II para trasladar los restos del apóstol. Otras rutas incluyen el Camino Inglés, el Camino de Invierno, entre muchas otras, sumando un total de 10 rutas demarcadas.
En el Camino de Santiago, los peregrinos pueden encontrar una amplia variedad de albergues, tanto públicos como privados pero es recomendable reservar el alojamiento con antelación, especialmente durante la temporada alta, para garantizar un lugar donde pasar la noche. También es esencial tramitar la Credencial del Peregrino, un documento necesario para alojarse en los albergues y obtener la Compostela al finalizar el trayecto. A lo largo del camino, te encontrarás con iglesias y catedrales de estilos románico, gótico y barroco, mientras disfrutas de paisajes diversos que van desde montañas y bosques hasta valles y costas. La gastronomía local es otra de las riquezas del Camino, ofreciendo una variedad de productos de alta calidad. Es crucial estar en buena forma física antes de comenzar, así como preparar adecuadamente tu mochila con elementos esenciales como botas de senderismo, ropa ligera y adaptable a distintas condiciones climáticas, y un botiquín de primeros auxilios. Si estás interesado en emprender esta experiencia auténtica y transformadora, te recomendamos consultar la página oficial del Camino de Santiago.