Perú es un destino al que no le faltan sitios dignos de postal: Machu Picchu, el desierto de Huacachina, las líneas de Nazca, el Valle Sagrado, el lago Titicaca y, por supuesto, la montaña de los siete colores. Sin embargo, estos lugares de innegable atractivo turístico suelen tener un pequeño inconveniente, y es que para obtener la mejor vista, tendrás que sortear mareas de personas. Si bien hay momentos en los que no habrá más remedio que respirar profundo y resignarse a compartir encuadre con todo el mundo, hay algunos trucos para descubrir todo el esplendor de los paisajes peruanos, pero sin tanta gente. Uno de ellos son las montañas de siete colores de Palccoyo, un conjunto de tres montañas bastante menos conocido que la de Vinicunca, y con una ruta mucho más fácil.
Dónde están las montañas de siete colores de Palccoyo
Estas montañas de siete colores se encuentran en Palccoyo, una comunidad andina a 125 kilómetros de Cusco. A pesar de que se trata de un espectáculo natural equiparable a todas luces al de la famosísima montaña de Vinicunca, no fue sino hasta hace menos de una década que los lugareños decidieron organizarse y compartir este secreto con el mundo. El camino desde Cusco toma alrededor de cuatro horas en coche, y vale la pena salir muy temprano para disfrutar del recorrido cuando el sol todavía no llega a su punto más alto.
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Por qué elegir las montañas de siete colores de Palccoyo
Si bien durante años nos hemos maravillado con las fotos de los paisajes alucinantes de las montañas de Vinicunca, estas no son demasiado distintas a las que tomarás en la montaña de siete colores de Palccoyo. La enorme ventaja que ofrece este sitio es, por un lado, el menor flujo de turistas, y por otro, que la ruta es mucho más corta. Seguramente habrás escuchado que es necesario dedicarle un día entero a conocer la montaña de los siete colores, pues recorrer todo el sendero de Vinicunca —desde la entrada hasta la cima— toma aproximadamente tres horas y media, más el regreso. Por su parte, la ruta en Palccoyo es de solo cuatro kilómetros, y se puede recorrer en 45 minutos desde la entrada hasta el mirador principal. En cuanto a la altura, es importante notar que la diferencia es mínima, pues Palccoyo está a 4900 metros sobre el nivel del mar, mientras que Vinicunca se encuentra a 5036.
En cuanto al recorrido, las montañas de siete colores de Palccoyo cuentan con tres miradores —una por cada montaña—, cada uno más impresionante que el anterior, pero todos perfectos para tomar fotos y admirar las vistas. El tercer mirador —el principal— se extiende hasta llegar a los glaciares en los Andes, coronando las vistas coloridas con las cumbres relucientes y cubiertas de nieve a lo lejos. Vale la pena tener en cuenta es que en las montañas de Palccoyo no hay renta de motos ni de caballos, así que la única forma de subir es a pie, pero el camino es corto y las vistas definitivamente lo valen.
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Otros espectáculos naturales cerca de las montañas Palccoyo
Después de maravillarte con las vistas del último mirador, puedes elegir volver por el mismo camino, o subir un poco más para descubrir el Bosque de Piedras, cuyas caprichosas formaciones rocosas son otro espectáculo natural digno de ver. Aunque sí se trata de una subida un poco más desafiante por su inclinación, esta pequeña desviación tomará entre 20 y 30 minutos adicionales al recorrido, y en días despejados se pueden admirar las tres montañas de colores juntas.
Otro de los atractivos naturales de la zona que no te puedes perder si visitas las montañas de los siete colores de Palccoyo es el río Rojo, especialmente en la temporada de lluvias. Este fenómeno sucede cuando el agua baja por las laderas y lomas rojas de la zona y se tiñen con el color de la arcilla, dando pie a un espectáculo fascinante que termina en cuanto estos riachuelos se incorporan a los ríos más grandes en el valle.
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Por qué la montaña de Palccoyo es de colores
Si te preguntas qué es lo que da pie a este magnánimo fenómeno geológico, la respuesta son los minerales. El rojo proviene de argilitas y arcilla, los pardos y dorados del azufre, el verde del magnesio y el óxido de cobre, el morado de la mezcla de calcio silicatos, el blanco de la arena de cuarzo y la piedra caliza, y el rosado, de la mezcla de arcilla roja, osfango y reana. Cada uno corresponde a un periodo geológico distinto, pero el movimiento de las placas tectónicas convirtió las capas sedimentarias en montañas y laderas que hoy están expuestas y consolidan un espectáculo visual.
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