¿Te has preguntado cómo era hospedarse en un hotel de lujo en los años 30? en el Fera Palace Hotel de Brasil, puedes descubrirlo. Este alojamiento acaba de celebrar su 90º aniversario y se sigue erigiendo como un ícono de la hostelería brasileña. Fue inaugurado en 1934 como el primer hotel de lujo en Brasil, y desde entonces ha logrado reinventarse sin perder su esencia. Mientras que su imponente fachada clásica te transporta a un pasado de opulencia, su interior fusiona con maestría el encanto vintage de las comodidades modernas, ofreciendo a sus huéspedes una experiencia única que combina nostalgia y modernidad.
Este majestuoso hotel se ubica en el centro histórico de Salvador, una ciudad del estado de Bahía, en Brasil. Se trata de un imponente edificio de ochos pisos construido sobre una esquina triangular. Fue diseñado por el arquitecto Luis Signorelli, quien es conocido por sus contribuciones a la arquitectura en el país durante la primera mitad del siglo XX. Para el diseño, se inspiraron en el Edificio Flatiron en Nueva York. Una de las características más importantes del hotel es su fachada, reconocida por el Instituto Nacional del Patrimonio Histórico y Artístico (IPHAN) de Brasil y compuesta por 230 adornos externos originales y 640 ventanas de madera maciza. En los años 30, Fera Palace se ha destacado por ser un edificio Art Decó en medio de edificios eclécticos y por ser el primer hotel más sofisticado de la región.
Lamentablemente, a finales de los años 80, el hotel tuvo un periodo de decadencia al grado de cerrar sus actividades, pero en 2011 un proyecto inmobiliario revivió el inmueble para recuperar la tradición y sofisticación del hotel. El proyecto de restauración estuvo a cargo del galardonado arquitecto danés Adam Kurdahl, quien destacó las características llamativas del edificio. Todos los adornos y ventanas fueron meticulosamente restauradas y el hotel renació como el Fera Palace Hotel en 2017. Además de preservar la historia arquitectónica del edificio, era igualmente importante garantizar que el interior del hotel combinara con el Art Decó. Al cruzar las puertas principales, el visitante se encuentra frente a un suelo de mosaico blanco y negro, así como con imponentes candelabros e impresionantes esculturas de la artista afro-brasileña Nádia Taquary.
Detrás del mostrador de recepción de madera, el gabinete de correo se erige como un homenaje a la historia del hotel. El papel pintado tropical que acompaña a estas piezas vintage proporciona un verdadero sentido de lugar que refleja el tropicalismo de Bahía. Los pisos y las 81 habitaciones del hotel tienen diferentes diseños, con variadas composiciones de mobiliario y colores, creando así cada lugar en un espacio único. Las habitaciones tienen una paleta de colores pastel claros, que hacen referencia al Art Decó. También hay decenas de fotos que retratan la vida y la cultura bahiana, del fotógrafo Akira Cravo, que se pueden apreciar en el restaurante, en los pasillos y las habitaciones.
La planta baja es el corazón de la cocina y la mixología del hotel, donde continúa la caprichosa mezcla de elementos Art Decó y la colorida cultura bahiana. La barra del bar del vestíbulo fue decorada con azulejos de estilo años 30 y la bodega de 4 metros de altura presume más de mil etiquetas variadas. También se sirve una amplia selección de las mejores cachazas artesanales de Brasil. El restaurante del hotel, Omí, que significa ‘agua’ en lengua yoruba, ofrece platos con ingredientes que provienen de la propia Bahía de Todos los Santos, que está justo enfrente del hotel, llevando la frescura de la comida directamente a la mesa. La cerámica donde se sirven los platos fue elaborada artesanalmente por la ceramista Beatriz Godoy. Las piezas fueron creadas siguiendo el concepto del restaurante y son un elemento más del diseño del hotel.
La azotea del hotel es uno de los lugares más codiciados de la ciudad por sus impresionantes vistas sobre la Bahía de Todos los Santos. Fera Lounge es el espacio perfecto para relajarse y disfrutar de bebidas y snacks durante el día, junto a la majestuosa piscina de 25 metros de largo, recubierta de cerámica vidriada hecha a mano. Por la noche, los huéspedes pueden disfrutar de una espectacular cena al atardecer en el Restaurante Fera Rooftop, con un menú de degustación, inspirado en la cocina de países mediterráneos como Portugal, España, Líbano, Grecia y Francia. Por todo su esplendor, Fera Palace se convirtió en el primer hotel miembro de Historic Hotels de Brasil, una prestigiosa colección de más de 360 propiedades históricas en todo el mundo que incluye antiguos castillos, palacios y otras opciones de alojamiento histórico con antigüedad mayor de 75 años.