Cantabria es una provincia en las costas del Mar Cantábrico, al norte de España, la cual oculta entre sus diversos paisajes montones de tesoros naturales, culturales y arquitectónicos que relatan la evolución de la península Ibérica desde la época prehistórica. Con sus paisajes costeros y montañosos, valles siempre verdes y pueblitos de piedra, el encanto sutil de la región hace de ella uno de los destinos más bonitos y menos conocidos de España. Aquí te dejamos algunas de las razones por las que Cantabria merece un reflector más grande al momento de planear un viaje.
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Por sus pueblos que conservan el folklore de la región
Debido a la conservación patrimonio arquitectónico y natural, los esfuerzos por controlar la circulación de vehículos y por el buen mantenimiento general del entorno, seis pueblos cantábricos figuran en las listas de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España: Liérganes, Santillana del Mar, Bárcena Mayor, Potes, Carmona y Mogrovejo. Cada uno de ellos cuenta con menos de 15 mil habitantes y conserva todo el encanto de los pueblos tradicionales del norte de España. Por su parte, Bárcena Mayor es considerado uno de los pueblos más antiguos de la península Ibérica, del que se encuentran referencias desde la Edad Media.
Por sus pinturas rupestres
Considerada la ‘Capilla Sixtina’ del arte rupestre, la cueva de Altamira alberga algunas de las pinturas prehistóricas más famosas del mundo, y se calcula que también de las más antiguas, pues estudios recientes han concluído que algunos de estos trazos tienen alrededor de 38 mil años de antigüedad. Hoy por hoy, el acceso a la cueva original está sumamente restringido, pero existen una réplica y un museo que están abiertos al público y donde se puede admirar todo el esplendor de las distintas ‘salas’ de la cueva, como la Sala de los Polícromos, sin duda la más conocida a nivel mundial, que ilustra un gran conjunto de bisontes de gran tamaño y simbolismo ritual. Cabe señalar que tanto la cueva como su réplica y el museo se encuentran muy cerca de Santillana del Mar, por lo que al visitar una puedes pasarte a la otra para aprovechar el viaje.
Por su capital, Santander
Santander es conocida como una de las ciudades más bellas y elegantes de la costa norte, pues fusiona los paisajes y la atmósfera acogedora característica de Cantabria con un espíritu cosmopolita y el ritmo de la urbe. La ciudad se sitúa en la costa, alrededor de un puerto natural cuya historia se remonta incluso antes de los romanos, por lo que es uno de los destinos predilectos durante el verano. De hecho, a inicios del siglo XX se construyó el Palacio de La Magdalena para convertirse en el palacio estival del rey Alfonso XIII entre 1913 y 1930. La zona del Sardinero a lo largo de la playa es uno de los paseos más bonitos de la ciudad, y ahí también encontrarás hoteles históricos y mansiones palaciegas que recuerdan la importancia y el esplendor de la zona.
Por sus playas
Pero Santander no es la única ciudad con playas de Cantabria. Una excelente opción para gozar de lo mejor del mar Cantábrico es San Vicente de la Barquera, la villa marinera por excelencia y uno de los pueblos más bonitos de la provincia. Además de las playas privilegiadas, cuenta con una ría llena de botes y barcas coloridas que llenan de vida las caminatas costeras. Para los espíritus aventureros, Suances es el lugar perfecto para practicar surf, vela, remo, buceo y otros deportes de playa. Sin embargo, este pueblo no solo ofrece diversión para lxs deportistas, sino que también es un sitio de enorme relevancia histórica cuya importancia se remonta a la conquista romana.
Por sus carnavales y mascaradas
Con todo el trasfondo cultural de la región, raro sería que las fiestas y las celebraciones no estuvieran a la altura de los hechos históricos. Resulta que en la región de Cantabria suceden anualmente dos mascaradas y un carnaval declarados como fiesta de interés turístico. Hablemos primero del carnaval de Santoña, cuyos orígenes se remontan a más de 5000 años y que algunos vinculan con los Bacanales, realizados en honor del dios Baco (dios del vino). Con la expansión del cristianismo en la Edad Media, la fiesta tomó el nombre de ‘carnaval’, un evento de jolgorio que precede el recato y sobriedad de la Semana Santa. En segundo lugar, hay que hablar de los zamarrones de Lanchares, una mascarada ancestral en la que los lugareños se visten con pieles y gorros para festejar la llegada de la primavera. Finalmente, la Vijanera de Silió es una mascarada de invierno que se realiza el primer domingo del año.
Por sus vistas de los Picos de Europa
La Cordillera Cantábrica se extiende por León, Asturias y Cantabria, y ha sido testigo del paso de distintos pueblos, como astures y celtas, y durante la Edad Media comenzaron a proliferar los pueblos y los monasterios alrededor de la zona. Hoy en día, una parte de esta cordillera se ha convertido en el Parque Nacional Picos de Europa, el cual que resguarda algunas de las vistas naturales más bonitas de España, pues por un lado, gracias a su diversidad altitudinal, es hogar de diversos ecosistemas y especies únicas en la región y, por otro, su cercanía con la costa (tan solo 15 km en algunos tramos) los hace sujetos a la erosión constante del viento. Uno de los lugares con las vistas más espectaculares es Fuente Dé, al cual se puede ascender en teleférico.
Por la calidad de los ingredientes en su cocina
Dada su cercanía al mar, no es sorpresa que gran parte de la gastronomía de Cantabria esté fundamentada en los mejores pescados y mariscos. La tradición pesquera de varios pueblos del norte de España no se pierde en esta provincia, mientras que los ríos rápidos y caudalosos son ideales para la pesca del salmón y la trucha. Por otro lado, los grandes pastizales alimentan a la ganadería bovina y a los pequeños rebaños ovinos y caprinos. La agricultura se practica más bien en las pequeñas huertas familiares y en plantaciones frutales, cuidando la calidad del producto. Al conjugar todos estos ingredientes al modo tradicional de los cántabros —que, recordemos, al ubicarse en el norte suele basarse en cocidos y platillos contundentes para guardar el calor—, se obtiene una gastronomía de gran sabor e identidad.