Enclavado entre el mar y la montaña, en la comuna de Mentón, cerca del punto en el que Francia se convierte en Italia, se encuentra Mirazur, un restaurante del chef italo-argentino Mauro Colagreco que basa su cocina en el respeto por los ingredientes para entender todo lo que la naturaleza nos quiere decir a partir de un lenguaje plenamente sensorial. Con este principio que busca atar los cabos entre el entorno, la gastronomía y la experiencia, Mirazur basa su propuesta en una filosofía sostenible y en la cocina de kilómetro cero, ganando así no solo el reconocimiento de las instituciones más prestigiosas del mundo gastronómico, sino sentando un precedente que deja clara una realidad: la sostenibilidad no solo es el único camino viable hacia el futuro, sino que además es un camino que no sacrifica el placer.
Mirazur ha sido reconocido por la lista 50 Best como el Mejor Restaurante del Mundo, y a la par ha sido galardonado con tres estrellas Michelin y una estrella verde de la misma guía. Sin embargo, más allá de los premios, la cocina de Mirazur habla por sí misma y es un banquete que hay que saber escuchar con atención. El mensaje comienza no en la cocina, sino en las propias huertas alrededor de este edificio de los años 30.
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Los Jardines de Mirazur componen cinco huertos que nutren aproximadamente una cuarta parte de la despensa del restaurante. Aquí, el chef se pone en contacto directo con la naturaleza que sostiene a Mirazur, escucha lo que esta tiene que decirle, y comienza a entablar un diálogo que irá evolucionando hasta convertirse en los magníficos platos que presenta a sus comensales.
Por supuesto, Mirazur es una parada imperdible entre todo viajero foodie que esté de visita en la Riviera Francesa. Además de la admirable propuesta del chef Mauro, el lugar se presenta como un rincón idílico que se asoma hacia el Mediterráneo y la bahía de Mentón a través de los jardines que cuentan la historia de lo que hay en nuestro plato.
A partir de entrañables menús de degustación que celebran los productos de temporada, así como platillos incluyentes aptos para carnívoros pero también para quienes siguen una dieta vegana o vegetariana, Mirazur se postula como un espacio que nos invita a probar el mundo y desde ahí empezar a forjar nuestro amor y respeto por la tierra. Vale la pena resaltar que este restaurante recibe con gusto a niñxs a partir de los seis años, y pone a su disposición un menú infantil para que también sean partícipes de este gusto por la alta cocina y el entorno.
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