Existen experiencias que deben realizarse por lo menos una vez en la vida, y la visita a Antártida es una de ellas. Conocido popularmente como el ‘continente blanco’, es uno de los territorios más extraordinarios y menos explorados en todo el mundo, cubierto casi en su mayoría por nieve y hielo, y ofreciendo a aquellos pocos afortunados de conocerlo una serie de aventuras inigualables. Sigue leyendo para descubrir sobre el White Desert Whichaway Camp, un hotel en la Antártida que muchos afirman es de los alojamientos más recónditos en el planeta.
Ubicado en uno de los rincones más recónditos de Antártida, el White Desert Whichaway Camp se consolida como uno de los hoteles más remotos y singulares en todo el mundo. Se trata del único campamento de lujo en el continente, ofreciendo una experiencia completa para viajeros intrépidos que no quieran sacrificar su comodidad, pero que sí busquen adentrarse de lleno en uno de los destinos más inhóspitos del planeta.
Se ubica justo en el corazón de la Antártida, específicamente en la zona de las colinas Shirmacher, un verdadero oasis antártico que permite apreciar la majestuosidad de su entorno, realizar excursiones únicas en las que explorar profundamente sus glaciares, e inclusive convivir directamente con la fauna local —como preciosos pingüinos que se pasean usualmente por las inmediaciones de este hotel en la Antártida—. Sin duda alguna, es un verdadero santuario de comodidad en el destino.
Este mágico hotel en la Antártida se ubica justo a orillas de un lago de agua dulce, y se conforma por seis ‘polar pods’ de balance perfecto entre estilo antiguo con estética de vanguardia. Sus acabados reflejan la herencia cultural de la Antártida, mientras que sus áreas comunes son perfectas para relajarse y vislumbrar tranquilamente los paisajes, ya sea en su sala, biblioteca, comedor, entre otros.
Cabe destacar que Whichaway es un alojamiento de lujo, por lo que tiene comodidades que no muchos lugares en la zona detentan. Se podrán disfrutar comidas gourmet preparadas por un chef personal, una tarde de sauna con vista a los glaciares, o beber cócteles junto a fogatas calentitas. Aunque llegar a este sitio puede ser algo complicado, la recompensa es una experiencia inolvidable, bellísimos paisajes polares y una estancia rodeada de fauna única.